La economía de Alemania sigue languideciendo cuatro años después del estallido del covid en Occidente. El Producto Interior Bruto (PIB) de la tradicional locomotora económica de Europa apenas se ha movido lateralmente en este tiempo y las perspectivas no son las mejores. Mucho se ha hablado de los factores exógenos y endógenos que han traído este marasmo y que han provocado que se vuelva a emplear el sambenito de 'hombre enfermo de Europa'. Más allá de los desafíos estructurales de una economía alemana llamada a reinventarse en un mundo cambiante, en el corto plazo tampoco prima el optimismo. Los expertos hablan de una recuperación casi invisible en 2024 y solo el fútbol parece que puede darle algo de impulso a una demanda interna por cuya mejoría pasa un cambio de dinámica.
Cinco de los principales institutos alemanes rebajaron la semana pasada su previsión de crecimiento para este año a sólo el 0,1%, frente a la previsión del 1,3% de hace seis meses. La debilidad de la demanda interna, unida a la caída de las exportaciones, está arrastrando a la economía. Cuando el Jueves Santo se publicaron los datos de ventas minoristas en Alemania relativos a febrero, el pesimismo fue a más.
Las ventas al por menor reales corregidas de efectos estacionales y de calendario cayeron un 1,9% intermensual (-2,7% interanual), sumando la cuarta caída consecutiva. "Las mayores caídas se registraron en las categorías de venta ambulante, alimentación, carburantes y tiendas no especializadas, mientras que las más fuertes correspondieron a equipos informáticos y bienes culturales y recreativos. Los débiles datos apuntan a que el moderado gasto de los consumidores en el primer trimestre no podrá impulsar la recuperación de Alemania", señala Riccardo Marcelli Fabiani, de Oxford Economics.
Aunque a principios de la semana pasada el indicador GfK de confianza de los consumidores había mostrado algo de mejoría, este sigue cerca de niveles mínimos históricos. De hecho, la disposición a gastar cayó por tercer mes consecutivo y la disposición a ahorrar se mantiene cerca de los niveles observados durante la crisis financiera.
Todo esto lleva a la conclusión de que la recuperación impulsada por el consumo sigue siendo improbable. "En 2022, la recuperación posterior a los confinamientos y el estímulo fiscal compensaron claramente el impacto económico negativo de la guerra de Ucrania y el aumento de los precios de la energía. El año pasado, el consumo privado entró en hibernación y aún no ha despertado", diagnosticaba al hilo del dato de ventas minoristas Carsten Brzeski, economista de ING, en una nota para clientes.
De cara al futuro, añadía Brzeski, lo que probablemente será el mayor aumento de los salarios reales en casi una década podría, en efecto, dar lugar a un repunte del consumo privado. Sin embargo, alertaba, con unos precios aún elevados, la incertidumbre geopolítica, pero también política interna, así como el cambio gradual del mercado laboral, es muy probable que los consumidores alemanes opten más bien por el ahorro preventivo. "Seguimos teniendo dudas de que Alemania experimente este año una recuperación impulsada por el consumo", reconocía.
Pero el experto contemplaba una excepción: el fútbol. El as en la manga del que habla el economista de ING no es otro que la actuación de la selección absoluta masculina de fútbol en la Eurocopa que se celebra del 14 de junio al 14 de julio y de la que el país es la sede: "Tras dos inesperadas victorias de la selección alemana de fútbol en los últimos días, han vuelto las esperanzas de que la próxima Eurocopa en Alemania -así como las exitosas actuaciones del equipo nacional- puedan impulsar la confianza de los consumidores y, a su vez, el consumo".
"Vuelven los recuerdos colectivos del Mundial de Alemania 2006 y de la victoria en el Mundial de Brasil 2014, así como los de una Alemania más alegre y también con mejores resultados económicos. No queremos aguar la fiesta, pero las pruebas económicas contundentes que vinculan la celebración y/o la victoria de grandes acontecimientos deportivos con los resultados económicos siempre han sido muy indistintas", ahonda Brzeski.
Desde que en 2014 la selección alemana ganó el Mundial celebrado en Brasil y se convirtió en tetracampeona del mundo, el papel de la Mannschaft en los grandes torneos ha sido más que discreto. En los Mundiales de 2018 y 2022 el equipo no pasó de la primera fase. En la Eurocopa de 2016, el conjunto llegó a las semifinales, pero en la de 2020, celebrada en 2021 por el covid, los teutones se quedaron en octavos.
De cara al torneo que organiza la propia Alemania este verano las expectativas no eran las mejores, pero los últimos partidos de la selección, ya con la Eurocopa en el horizonte, han cambiado el ánimo. El pasado 23 de marzo, Alemania ganó con bastante suficiencia 2-0 a la todopoderosa Francia de Kylian Mbappé, campeona del mundo en 2018 y finalista en 2022. Pocos días después, Alemania se impuso a Países Bajos. Al optimismo generado por el buen estado de forma de jugadores como Ilkay Gündogan (Barça) o Jamal Musiala (Bayern de Múnich) se suma la expectativa generada por el regreso a la selección del jugador del Real Madrid Toni Kroos para comandar al equipo.
"Luz al final del túnel"
Por el momento, este incipiente optimismo se topa con la cruda realidad. "En las previsiones menos pesimistas para la economía alemana en 2024, el consumo privado desempeña un papel crucial. Sobre la base del supuesto crecimiento de los salarios reales (siempre en las previsiones menos pesimistas), se espera que el consumo privado repunte a lo largo del año, sacando a toda la economía del estancamiento. Desgraciadamente, los datos desde principios de año ofrecen muy pocos indicios de que esta recuperación del consumo se esté produciendo realmente", constatan desde el banco sueco SEB.
"Las predicciones de que 2024 será un año de recuperación en Alemania parecen demasiado optimistas porque es probable que los vientos cíclicos en contra persistan por un tiempo más. Es cierto que los precios de la energía ya han bajado. Pero esto todavía no ha llevado a un repunte de la producción industrial, por lo que es difícil ver por qué sucedería en los próximos meses. Y los tipos de interés se reducirán sólo gradualmente a partir de mediados de este año. En general, creemos que el crecimiento trimestral del PIB en Alemania será cercano a cero durante la mayor parte de este año y es probable que cualquier recuperación posterior sea bastante moderada", remacha Andrew Kenningham, economista jefe para Europa de Capital Economics.
El eje que marca la mitad del año será clave para dirimir si hay recuperación. "Algo de luz al final del túnel, Aunque parece probable que 2024 sea otro año difícil de crecimiento cero, el PIB volverá a aumentar, sobre todo en el segundo semestre. El consumo privado se está recuperando gracias a un notable aumento de los ingresos reales. El mercado laboral es sólido, el crecimiento de los salarios nominales es elevado y la inflación está bajando. Además, los hogares disponen de importantes ahorros que pueden sostener el consumo. La demanda internacional se recupera, lo que impulsa las exportaciones. Unos tipos de interés más bajos facilitarán que el gasto de capital vuelva a aumentar", enumera Pia Fromlet, estratega de SEB.
"Así pues, hay buenas razones para esperar un crecimiento más rápido, aunque pueda verse limitado por los retos a largo plazo del sector manufacturero y factores estructurales como la demografía. Para hacer frente a estos problemas se necesita un Gobierno enérgico y, sobre todo, cohesionado, y al actual le ha resultado difícil demostrar tales cualidades. Por ello, las elecciones de 2025 serán importantes para el crecimiento a largo plazo de Alemania", concluye Fromlet.